martes, 17 de noviembre de 2009

Las cartas de nadie

    Entro en la sala y la veo allí, sentada en su escritorio, esperándome. Yo la miro, al principio sin atreverme a entrar. Aquello parece una consulta de psicólogos pero los extraños bártulos que cuelgan del techo le dan un aire algo así como...siniestro, demasiado siniestro.
 He arriesgado mucho para venir hasta aquí, sola, sin velo y a escondidas de mi familia. Pero arriesgo más si no le cuento a alguien lo que he pasado, mucho más.
 Estoy segura de que valdrá la pena, así que inspiro hondo, me siento enfrente de ella y con una forzada sonrisa en la cara le cuento mi historia...
 Para empezar, deben saber que vivo en Arabia Saudí, y que por supuesto soy musulmana y no puedo revelar mi identidad. Soy una de las princesas de la familia Al-Saud, la familia reinante en Arabia Saudí, pero jamás de los jamases me encontrarían entre todas ellas. Somos muchas, mi familia es numerosísima. Somos la familia real con más mienbros ricos de todo el mundo...
 Todo empezó hace dos semanas, cuando volvimos a casa del hospital. Yo acababa de parir dos gemelos varones,  y mi marido estaba muy contento conmigo, por supuesto.
 Y justo a la medianoche es cuando recibí la primera llamada.
-¿Diga?
-¿Hablo con Emmeline Al Saud?
 Miré a mi alrededor para comprobar que no había nadie. Y susurré en persa.
-Sí, ¿qué desea?¿Y quién es'
-Pues verá-era una voz de hombre. Sabía que no debía hablar a solas con un hombre, pero sentía demasiada curiosidad...-soy uno de los

Las cartas de nadie

Elegante y singular


Hace unos días mi hermano y yo fuimos de excursión al bosque que hay en las afueras de la ciudad. Para llegar hasta allí solamente hace falta caminar 10 minutos Por eso nuestros padres nos dejaron ir. Menos mal que no les contamos lo que nos pasó allí. De haberlo hecho nos habríamos metido en un buen lío…


Nos pusimos en camino sobre las 8 de la mañana. Nuestras mochilas estaban llenas a rebosar. La mía llevaba bocadillos y refrescos, la suya llevaba cosas un poco innecesarias, como el mapa de la zona (nos conocemos ya de antes el bosque), una brújula, en fin, cosas para explorar…


Nos lo pasamos esa mañana de maravilla, corrimos, andamos, jugamos…


A la hora de comer nos sentamos en un pequeño claro que había en el centro del bosque y sacamos los bocadillos…


Y justamente cuando estábamos acabando de comer empezaron los incidentes.


Cada vez que lo recuerdo, me estremece una desagradable sensación, algo que quiere advertirme de otro algo, golpeado por la fuerza del déja vu…


Se oyó el crujir de los arbustos y una mujer se apareció ante nosotros, dándonos un susto de muerte.


Tenía un aspecto bastante peculiar. Demasiado guapa y elegante, de edad indefinida (tendría unos 27 años) Elegante y singular.


Su piel era bronceada y muy suave, sus ojos eran tan rasgados como los de una leoparda, de color ámbar, llameante (una nariz perfecta, una boca perfecta, pintada de rojo…)


Y lucía un elegante y anticuado vestido rojo oscuro del mismo tono que su pelo rojo (me parece que era natural)


Pero tenía un aire que me inquietaba, no sé el que, pero era algo que no me gustaba nada de nada.


Mi hermano se la quedó mirando alelado.






La mujer se acercó a nosotros y nos preguntó que hacíamos allí y se lo dije (mi hermano se quedaría con la cara de bobo durante una hora más o menos)


Luego la mujer me miró escrutadoramente durante unos segundos, tras eso se acercó a mi hermano y le susurró algo al oído. Así fue como le mantuvo al pobre la cara de bobo durante esa hora. Aunque respiraba con algo de agitación.


Después se dirigió hacia mí.


-Sois de aquí ¿verdad?


-Sí.


-No veo yo que sea hoy un buen día para salir de excursión por esta zona.


-Hoy hace un sol estupendo, señora.


-Te agradecería que no me llamases así, no estoy casada. Llámame Annaliese.


-Yo me llamo…


-No hace falta que me lo digas, conozco a tu primo, el que trabaja de ayudante del presidente.


-Ya






-Pero lo repito, hoy no es un buen día para salir de excursión, por mucho sol que haga.


-¿Por qué?


-Pues porque es peligroso.


-Jejeje… ¿Qué peligro tiene?


-No te rías, niña, no es ninguna broma. Aquí ocurrió algo horrible. Hace años, en un bonito día como hoy… pero no te voy a contar la historia, porque es horrible, demasiado para una señorita.


Eso me molestó.


-Esos son pamplinas, no hay que hacerles caso a las teorías que lo afirman.


-Jajaja, tienes toda la razón. Pero de todos modos no te la puedo contar, en serio...


-No importa.


-Muy bien, ¿puedo sentarme con vosotros?


-Claro.


No le hicimos el más mínimo caso a mi hermano,


Y estuvimos un rato charlando. Hasta que la hora pasó y a mi hermano se le quitó la cara de bobo, perdón… salió de su letargo… Y se quedó mirándonos a las dos en silencio, pensativo.


El problema aconteció con una maldita discusión. Eso nos metió en el lío. Una discusión amistosa pero determinante al mismo tiempo.


No la contaré ahora, porque no tengo fuerzas y porque es larga, resumido está lo que ocurre ahora. La Madame nos pidió de buenas maneras que nos fuéramos de allí. ¿Por qué? Pues porque ese mismo día iban a cazar allí los señores de la ciudad, porque ella tenía que hacer algo importante (no quiso decírnoslo) y porque no estaba bien que un chico y una chica estuvieran solos en un bosque (aunque fueran hermanos mellizos).


El tonillo que empleó para decirnos todo eso no me gustó nada de nada. A tres mil leguas se notaba que lo que había dicho era ridículo. Ya ven, que tenían que cazar los amigos de mi padre cuando fue él quien nos animó a que hiciéramos una excursión. Que tenía que hacer algo importante y que teníamos que irnos… Mentira cochina porque vi que llevaba en la cintura una pequeña daga con este emblema:






Pensé que ese era el emblema de la familia Fyaniest, según me contó mi tío, pero me equivoqué, pero de eso me daría cuenta luego…


Por eso mismo me enfadé, porque esa familia se llevaba fatal con la mía desde hacía siglos, pues mi familia antiguamente estaba compuesta por esclav@s de esa familia, y l@s trataba fatal (Ahora somos ric@s).


Así que repliqué duramente, dije que eso no eran más que tonterías, que se fuera ella y que no nos molestase.






Ella se molestó, me miró arqueando las cejas rojas.


Y no se por qué cogí un tremendo cabreo y le grité a la cara todas mis objeciones.


¡Error total! La Madame me miró, se acercó a mí y me susurró: “Maldita insensata, ¿como te atreves a desafiarme a mí, a una “maestra…”, una cría maleducada como tú? ¿Y saben como me llamó?


Mortal, maldita mortal, miserable mortal, asquerosa mosquita muerta ¿Cómo te atreves?


Y nos enzarzamos en una discusión que duró más o menos una hora, con mi hermano como único espectador, pues se recuperó de su ensimismamiento y nos contempló sorprendido, asustado y entretenido


Mi hermano me cogió del brazo y me dijo:


.-Hazle caso, por favor, no te sulfures y vámonos…


La Madame había cogido un terrible cabreo. Yo, entonces, recordé algo y el miedo me subió a borbotones de pies a cabeza, casi podía sentir que la sangre manaba a borbotones dentro de mí…


Me aferré al brazo de mi hermano, di tres pasos hacia atrás y eché a correr arrastrándole.


Llevábamos un rato corriendo cuando para nuestra desgracia ¡un leopardo negro emergió entre las sombras!


Un leopardo cuya mirada delataba el peligro que nos acechaba. Nos quedamos paralizados de terror.


El leopardo empezó a acercarse a nosotros a paso elegante y singular, elegante y singular, elegante y singular…


Entonces corrimos como si el mismísimo príncipe de las Tinieblas nos persiguiera y llegamos a la orilla del río.


Nos creíamos a salvo. Entonces mi hermano tuvo la genial idea de echarme las culpas por esto y aquello… Nos empezamos a pelear, hasta que el lindo gatito decidió hacer otra vez su aparición. Entonces el cobarde de mi hermano salió corriendo dejándome a mí sola, acorralada por el peligro. Traté de seguirle, pero me caí de bruces como si tropezase con un a pared invisible.


El leopardo se me acercó ¡Y SE TRANSFORMÓ EN LA MADAME!


Era algo tan increíble que sentí como el miedo se convertía en un dolor físico, y me sentí mareada, con tal apretón en la garganta que creí que me iba a desmayar.


Pero uno de los naranjos de por allí cerca decidió dejar caer a una de sus naranjas maduras, la cual de dio a La Madame en la cabeza. Se le rompió como si fuera un huevo…


Estaba tan graciosa que me eché a reír como una loca ¡Y cuando yo me río tienen que oírme! Se me oye hasta en la sala de té.


¡Error fatal! La Madame me lanzó una mirada asesina y entonces vi que sacó una especie de varita. Yo, por si a acaso, decidí saltar al río porque sabía que sino acabaría calcinada y convertida en un puré de patatas. A pesar de eso sentí por un instante, en el salto una terrible punzada de dolor y en el instante que estuve bajo el agua antes de salir a respirar vi un haz de luz verde. Quién sabe lo que hubiera pasado si me hubiera tocado…


La Madame se resignó demasiado pronto y con un débil movimiento seco de esa varita hizo que la corriente del río fluyera con tanta rapidez que me vi arrastrada hacia la muerte. En este caso, la cascada que une mi ciudad con la ciudad vecina.


Por suerte un extraño anciano, que parecía un profeta de la Biblia, me rescató, y me sacó del agua.


Mientras tiritaba de frío tuve que escuchar como me advertía del futuro peligro, me contaba un montón de cosas terribles sobre la Madame, y como me comunicaba que había cambiado por completo el rumbo de mi destino… Después de contarme


todo eso, antes de que pudiera hacerle alguna pregunta, corrió hasta perderse de vista y se desapareció como por arte de magia…


Asustadísima decidí volver corriendo a casa. Cuando llegué, ya no se notaba que tenía la ropa mojada y estaba casi seca. Mi hermano llegó poco después, con excusas razonables para nuestros padres y para mí, aunque no me convenció para nada.


No les contamos nada de lo que nos pasó y todo ha vuelto a la normalidad. Pero la verdad es que no sé por cuanto tiempo durará…






PD: ¡Se me olvidaba! ¡Tengo que decirlo, La Madame se llamabaAnnaliese!